Bolillos: una actividad gratificante

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Hacer encaje de bolillos puede ser una actividad muy gratificante ya que ayuda a desarrollar nuestra creatividad, incrementa el gusto por el orden y la pulcritud (necesarios para llevar a buen puerto esta actividad), relaja la mente y la aleja de malos pensamientos  ya que requiere de nuestra atención  y tradicionalmente ha sido una afición muy socializadora, ya que se siguen realizando muchos encuentros de botilleras donde compartir esta afición.

El origen de esta arte no esta muy claro ya que en Europa, Italia, España y Flandes se disputan haber inventado este arte y en estos tres países existen encajes maravillosos, aunque otras tesis apuntan a Egipto o Grecia como los inventores y que luego pasaron a Europa.

En el museo Arqueológico Nacional de Madrid hay tejidos de esparto muy perfeccionados procedentes del neolítico que se encontraron en una excavación de la Cueva de los Murciélagos en Abuñol (Malaga)

En España los más famosos son los de Almagro, donde el encaje de bolillos se realiza con hilo de seda, siendo muy renombrado por sus mantillas, los de Camariñas con un  encaje del tipo guipur donde las hojas constituyen los elementos básicos de la decoración. Se forman rosas, estrellas, helechos sobre un fondo enrejado hecho con trenzados con virgulitas y cruzados a veces muy complejos que forman vilanos o milanos, y los catalanes, con una técnica propia llamada «ret fi o encaje de Arenys» , una técnica derivada de la blonda realizada en algodón y de color blanco, con diseños geométricos o de dibujos simples que se utilizaba frecuentemente en la indumentaria religiosa: albas, roquetes.

 

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