Técnicas de relajación: la respiración profunda

Podemos estar varios días sin comer, dormir, e incluso sin beber. Pero desde luego, no podemos pasar más unos pocos minutos sin respirar. La respiración no solamente es el procedimiento por el cual el oxígeno que inhalamos llega a nuestros pulmones oxigenando una por una todas las células de nuestro cuerpo, la respiración es nuestra principal fuente de energía. Una correcta respiración nos aportará una mayor vitalidad física, psíquica y espiritual además de ayudarnos a mantener un estado de equilibrio emocional con el que combatir situaciones de estrés.

Todas las personas respiramos y sin embargo, la mayoría de nosotros lo hacemos de manera incorrecta. Tendemos a realizar cortas inhalaciones y exhalaciones produciéndonos a nosotros mismos casi sin darnos cuenta un estado de tensión y cansancio permanente. Para que tú no seas una de estas personas, a continuación te mostramos una de las principales técnicas de relajación basadas en la respiración profunda. Puedes llevarla a cabo en momentos de estrés para lograr liberar tensiones, no obstante, si consigues sacar cinco minutos al día para llevarla a cabo verás como tu cuerpo termina por adquirir este tipo de respiración como la habitual aportando a tu organismo una gran vitalidad y disminuyendo las situaciones de ansiedad.

Respiración profunda

  1. Siéntate en una posición cómoda en la que no presiones al estómago y cierra los ojos.
  2. Relaja todo tu cuerpo, para ello, vete relajando una por una en todas las zonas de tu cuerpo comenzando por la cabeza y llegando hasta los pies.
  3. Concéntrate en tu respiración y sigue su recorrido con tu imaginación. Comprueba como el aire entra por tu nariz atravesando poco a poco tus pulmones hasta llegar a tu diafragma y ser expulsada por la boca. Realiza esta operación unas cuatro  veces.
  4. Coloca una mano sobre tu pecho y otra a la altura del estómago. Ahora intenta respirar llenando en primer lugar la parte baja de tus pulmones para que la respiración sea más profunda. Para ello, la mano del pecho tiene que moverse lo menos posible, únicamente tendrás que notar movimiento en la situada sobre tu estómago.
  5. Ahora realiza una respiración más pausada. Para ello, efectúa inhalaciones de unos tres segundos y expulsa en aire en unos seis. Repite este procedimiento unas seis veces o hasta que compruebes que tu cuerpo se ha relajado.
  6. Cuando ya te sientas más tranquila llega la hora de volver a la realidad. Para ello mueve lentamente tu mano derecha, luego la izquierda y seguidamente la cabeza. Por último abre los ojos poco a poco. Es importante que no abandones este estado de relajación de manera rápida ya que podrías marearte.

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